Un buen amigo me regaló este libro en mi último cumpleaños y hoy que casi volvemos a la fecha me hice el propósito de leerlo. El resultado es ambivalente: frustración y felicidad: frustración por haber dejado pasar tanto tiempo para poder leerlo y felicidad por el hecho de haberlo hecho. En las nubes es uno de esos libros certeros, donde se despierta la vida. Peter Fortune un niño con demasiada imaginación recorre en varios cuentos, distintas etapas de su vida en las que el mundo de lo fantástico se le revela con inusual fuerza, mostrándole el hastío de la vida, pero también la belleza de la vida. Al final, cada fantasía lo lleva al descubrimiento del amor, acaso el mayor descubrimiento del hombre. Es una realidad que quien no ama, al menos una cáscara de plátano, no puede estar entre sus congéneres más que para joder o destruir. Pero al final, he podido leer En las nubes. Con una prosa amena, con giros poéticos ligeros pero con la construcción de imágenes y paisaje que parten de lo plástico para describir lo humano, es como McEwan crea a este chico inolvidable que lo mismo será enjuiciado por las muñecas de su hermana, que descubrirá-compartirá el cuerpo del viejo gato de la casa y que encontrará, una mañana cualquiera, encerrado en el cuerpo de un adulto torpe, el mayor don posible en los labios de la chica Gwendoline: el amor, sólo para perderlo al volver a la infancia.
Editorial: Anagrama
p. 147