Recién leí Cocodrilos de Magali Velasco y fue y no fue una sorpresa. No fue una sorpresa porque ya he leído otros libros suyos, y sabía lo que iba a esperar; y fue una sorpresa por el tema que no pensaba que estuviera dentro de sus intereses. Fuera de este vicio de lector que pensamos nos prepara para conocer de antemano lo que los autores escriben, sólo por haberlos leído antes, debo decir que la novela fue un gran hallazgo. Lo fue porque es una novela que retrata el tema de los desaparecidos y la violencia ejercida desde la política, pero no fue escrita con cierto tipo de estrategia narrativa de este género. Es una novela más emparentada con un estilo más de novela política que de narcotráfico. Entonces, desde ahí, te permite otro acercamiento al tema. Segundo, porque es una novela bien, bien llevada, casi con orden, diría yo. La tensión es progresiva, la presentación de los personajes, las escenas son brutales, tanto si se narra un asesinato como un encuentro amoroso. Y luego, se da permiso de recordarnos que la vida es más que un enredo político, cuando sitúa a un personaje, en este caso la mamá del protagonista, con una enfermedad mental, con una obsesión compulsiva por la limpieza que lleva hasta sus últimos grados. Este personaje siempre nos recuerda que la lucha está también en el entorno de lo íntimo. Entonces, ¿de qué va la novela? La historia inicia cuando Amanda, la maestra de Santiago, un no tan joven, pero aún joven reportero, le pide a éste ayuda para dar el seguimiento a una sospecha. La maestra cree saber en dónde se encuentra una fosa con cuerpos y que ésta ha sido hecha por los esbirros del general a cargo de la justicia del estado. Cuando la maestra es asesinada, Santiago tiene qué debatirse entre volverse un periodista real o uno de los que compra el estado a cambio de desayunos en La Parroquia o compra de publicidad en sus medios impresos -cosa que he visto mucho en años recientes-. Además, nos pone como personaje de gobernador a uno real. Duarte, el célebre y corrupto -presunto me dijo un abogado para evitar demandas-, gobernador de Veracruz al que -presuntamente, jaja- se le atribuyen muchos desmanes. En fin. La novela cumple todo lo que promete: es feroz, tierna, intensa, con una tensión progresiva, una gran novela. El título, además, tiene que ver con las desapariciones: cocodrilos que también llevan en su estómago las vidas de inocentes.
220 p
BUAP
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