Friday, September 19, 2025

Los vendedores de almas, Alejandro Páez Varela

Ana Blanco y Joseph Galante son judíos seguidores del rabino Sabbatai Zevi quien amenaza con romper la relativa paz que existe en el Imperio Otomano en 1666 con su pronunciamiento como el Mesías. En la trifulca que se genera durante su aprehensión, Galante mata a uno de los 30 rabinos que lo inculpan a Zevi y, para evitar la horca, huye de Tesalónica hacia Polonia junto con toda su familia y también van, por su cuenta, la familia Blanco. Cuatros siglos después, un descendiente de los Galante se encuentra con Hans Bauer, un traficante de almas, es decir, un empleador de obreros para grandes construcciones y juntos idean la manera de ayudarse, pero también de servirse entre sí para que los hijos de ambos cumplan su destino que, inevitablemente, los llevará a las fauces del surgimiento del estado nazi en Alemania. Finalmente, un Galante más es conocido en el norte de México y conoce, al fin, a una Ana Blanco que, como su antepasada, tiene la desgracia de conocer el futuro. Y en medio de esto hay un juego de más dobles, de hombres silenciosos, de medidas inesperadas, del gusto por la música, de la inevitabilidad de la desgracia del pueblo judío y los progromos contra ellos, de una Europa siempre violenta y asolada por fanatismos, religiosos o políticos e historias de amor distorsionadas por la maldad. Es una novela compleja, sí, pero con ciertos arrebatos tanto líricos como prodigiosamente narrativos. No sé cómo explicar esto último: pero hay una prosa, hay un pensamiento metaliterario, hay un autor aquí que juega con la estructura, con los personajes y que, podemos decir, le sale bien. Aunque tal vez el final me parece algo abrupto y poco trabajado, en general todo el libro cumple muy bien con la propuesta narrativa. Espero que lo disfruten

202 páginas
Alfaguara

La Genara, Rosina Conde

Qué gran novela. Esta novela de Rosina Conde nos muestra el intercambio epistolar entre dos hermanas y sus cercanos. Genara está separada de Eduardo, después de descubrirle una infidelidad y le escribe y cuenta su vida a su hermana mayor, Luisa, quien vive en la Ciudad de México tras divorciarse de Martín, por motivos que más adelante se esclarecen. Al principio, se desahoga con su primo Federico, quien también está recién separado, después de que su mujer, quien además, está embarazada, lo deja por alguien más, pero después se nos presenta esa danza de quienes se separan y vuelven, vuelven y se separan. Pero nada es lo que parece y la mayor habilidad de la novela es mostrarnos personajes complejos, fallidos, que cometen los mismos errores de los que son víctimas. Me dijo Rosina que La Genara es una novela que leen mucho los colectivos feministas y no supe cómo interpretar eso, pero mientras leía lo entendí. Al final de cuentas, Genara es una mujer modelada por las figuras patriarcales, conformada tanto por la madre como el padre, que no ven a los hijos como un acompañamiento, sino solo como una responsabilidad, la madre en particular, es un peso que oscila del chantaje a la presión social, la hermana mayor presume de altura moral y desarrollo de inteligencia emocional, pero también se pierden a sí mismas; pero lo cierto es que tanto los hombres como las mujeres aquí descritos son hermosos y erráticos (tal vez los hombres no porque todos son retratados como abusivos, traicioneros e infieles, aunque uno es pintado medio bien pero no se salva de la quema), pero ellas también son puestas en sus faltas y en las maneras como solapan las faltas propias. En fin, un gran libro, menudo, sí, pero intenso, ágil, con mucha malicia narrativa. Rosina Conde es una de nuestras grandes narradoras. Este libro, escrito ya hace años, mantiene su contemporaneidad, porque lo que retrata es de todos los siglos: lo que sucede cuando un hombre y una mujer que se aman, se cansan de su amor y huyen de sí y del otro cometiendo las peores atrocidades posibles en el trayecto pero, pasada la tormenta, si son sabias, podrán encontrar algo, que también tiene la sentencia de ser efímero, pero igual y no. 

190 p
Desliz ediciones

Sunday, September 14, 2025

Li, Nicos Cavadias

Viajé a Saltillo a presentar un libro y me llevé unos en el coche para leer antes y pasar la tarde allá. Dicho sea de paso, mi tarde transcurrió con mucha tranquilidad. Comí unos baos vietnamitas que tenían realmente la consistencia de una nube y el sabor explotó en mi boca cuando además les agregué unas gotas de salsa siracha, macha y un aceite de orégano. Y, aunque llevaba otros libros, pasé antes a la librería Carlos Monsiváis y me encontré con las siempre viejas ediciones del Sunambulista que venden ahí desde hace años y que al parecer nadie compra. Los libros son casi saldos que parecen olvidados en el tiempo, pero que a mí me han dado a conocer al menos a una gran autora y hoy -ayer-, a otro autor que voy a seguir; me refiero a la gran Yoko Ogawa y ahora a Nicos Cavadías. La novela de Cavadías se titula Li. Es muy breve, no pasará de 20 páginas, me parece, igual y es más un cuento largo que una novela en sí. Pero es de esas obras que no necesitan tantos adornos. Hoy leía, en palabras de un colega, una verdad aquí en China -donde ocurre esta historia-: cuando no tienes una gran historia lo que haces es reunir varias historias mediocres. No es el caso. Lí es un breve relato conmovedor. Un hombre ya mayor, de casi 40 años, marino, llega al puerto de Hong Kong en el buque donde trabaja. Al instante, éste se ve rodeado por sampáns de donde baja una serie de personajes extraños que sirven a los marinos en toda clase de cosas: limpieza, cocina, vida sexual, etcétera. El marino toma para sí a una pequeña niña china de 10 años, que trae consigo, en la espalda, a su hermanos de algunos meses de nacido. La contrata para limpieza, sorprendido por su estampa y su voluntad. La chica toma todo lo que puede y lo guarda para llevárselo a su familia, que vive en uno de los sampáns en el puerto de Hong Kong. Lo que se crea entre ambos es una amistad, que termina llevando a Lí y al marino al puerto, para que ésta conozca a su familia a la que nunca ha visto pero que vive en tierra firme. En algún momento, el marino, enternecido, intenta cargar a Li y ponerla en su regazo, pero la chica se niega, pero al día siguiente viene con una mujer mayor y le dice que ella sí puede hacer lo que el marino quiere, pero éste explica que no quería aquello. Pero la niña es inteligente y vive para cuidar al marino en todo. Ese breve punto es medular en la historia, por eso lo relato: habla de una vida dedicada al servicio y de una vida que intenta capturar la fragilidad de los hijos que no se tienen. Al final cada quien se va. El marino le promete a Lí que volverá, pero ella le contesta, con sabiduría, que no lo hará, pero que está bien, que el dragón dorado, ese que nos permite alcanzar gracias a la ayuda de otros, cosas que por nosotros mismo no podemos, se presenta solo una vez en la vida. Ya fuera del puerto, en otro, el marino descubre, entre sus ropas, que Lí lava, acomoda y cuida, un pequeño dibujo de un gran dragón dorado en un papel viejo, sucio. La obra es sensacional: construye una amistad entre dos personas que no deberían tenerla: un viejo marino griego, poeta, una niña de los ejércitos de la servidumbre del puerto de Hong Kong. Y sin embargo, de uno y del otro lado, hay respeto, afecto, admiración, cada quien da lo que puede. Una parte emocional ocurre ya en el puerto, cuando el marino lleva a Lí a conocer la ciudad y ésta aprovecha para conocer a su familia que nunca ha visto, pero que gracias a su madre sabe dónde encontrar. El marino observa sin juzgar todos los actos, los ceremoniales, sin dejar de ser un poco como un padre, más bien, un protector, pero en alguna parte también le queda claro que, si puede ir a esos sitios en la ciudad, es sólo porque Lí lo protege. Con pocos trazos, apenas los necesarios, Cavadías construye un sitio mítico, atmósferas fraternas, misteriosas, una ciudad que se desdobla ante nosotros con su caos, tanto lacustre como terrestre. Gran y pequeño libro, sin duda uno de mis preferidos de ahora en adelante.

78 páginas
Editorial funabulista

Saturday, September 13, 2025

Raíz que no desaparece, Alma Delia Murillo

Esta historia inicia el día que desmontan la palmera de Reforma, la mítica palmera de Reforma en la glorieta de Insurgentes y Río Rhin. En el acto, una mujer que busca a su hijo intenta hurgar en las raíces de la misma porque soñó a su hijo y en el sueño éste le indicaba que se encontraba debajo de un árbol con troncos y raíces negras. Este es el punto de partida para esta novela que indaga en los elementos inquietantes de la desaparición por violencia de personas en México, además de la relación simbiótica de nuestra naturaleza con la naturaleza de los árboles. La periodista se suma a un grupo de buscadoras en donde intima con Ada, la mujer de la glorieta, y con un joven empleado de la fiscalía. Lo interesante y más poético de este libro, es que la búsqueda inicia en los sueños: los sueños que tienen las madres y padres de familia de personas desaparecidas y en dónde éstos les indican que se encuentra su última morada. Un libro ligero, construido con sueños, cartas, biografías reales de personas desaparecidas y una periodista que a pesar de transitar por una separación amorosa, se enlaza también a ayudar a encontrar el cuerpo, al menos un cuerpo de los más de 125 mil que hay en nuestro país, con cifras aumentando.

242 páginas

Alfaguara

Wednesday, September 03, 2025

El hombre de barro, Adriana García Roel

Este libro es un clásico en la literatura del norte de México y, específicamente, del noreste. Adriana García Roel era una autora muy joven cuando obtuvo un premio por esta novela que está emparentada mucho con un estilo de novela de ese tiempo que hacía el retrato de las sociedades campesinas o en las periferias de las ciudades, y lo hacía con el retrato -literario- del lenguaje de esas comunidades. Aunque la novela, entonces sí toca cierto costumbrismo, logra salir airosa del solo retrato de la vida campesina y me parece que es algo más allá. La historia inicia con un zoom: el narrador, un hombre del que no sabemos mucho, pero funge como un testigo bienhechor, ya que ayuda a la comunidad a la que se acerca, nos dice que, cerca del río que llega al pueblo, pero más arriba, en la sierra, hay un puñado de jacales en donde vive un grupo de personas a las que él va a conocer. Así, jacal por jacal, nos presente a sus habitantes, sus cuitas, sus dolores, sus amores, sus esperanzas y también sus tristezas. La novela avanza pues, como un conjunto de relatos de diversas personas, la chica que usa crema de víbora para curarse unos granos, los jóvenes enamorados que se envían cartas, el dueño de la tienda de la localidad, que lo mismo venden artefactos prácticos para la vida en el campo como amuletos, aceites y "güesos de gigantes" para curar empachos y cólicos. Cada historia nos acerca a cierto tipo de miseria, debo decir que el capítulo que más me gustó y más me hizo reaccionar fue el del pequeño niño con hidrocefalia que muere pronto y la manera como se retrata el funeral y el dolor son muy buenos. También la primera historia, la del parto de Nativas, y las del grupo de burreros que llegan a la localidad me agradaron tanto como la narración del río manso que se vuelve venida de agua tras una tormenta y acaba con todo. Hasta aparecen las "cocas guisadas", ¡gran receta! Y lo mejor de la obra es que el lenguaje salta entre la captura del argot campesino con largas y bellas descripciones sobre la sierra, sobre el río, el silencio y la noche en la montaña. Me recordó mucho a Rulfo, sobre todo el del Llano en llamas, porque si en aquel hay venidas de ríos, acá también, si allá hay líos de faldas, en este también, si en aquel hay santos herejes, lo mismo ocurre en El hombre de barro, cuya idea final es esa: que solo somos barro dentro del barro, barro cubierto del barro final de nuestra tumba. 

304 p.

Fondo Editorial Nuevo León

Universidad Autónoma de Nuevo León