Me parece que, de un tiempo para acá, la literatura de terror escrita por mujeres se ha puesto de moda, sin duda por la fuerte influencia de ciertas novelas también escritas por mujeres en Latinoamérica. El punto en común es que existe, en estos libros, una reivindicación de la bruja o santera o mujer sabia, que guía a las otras mujeres a una especie de revelación que las liberará del patriarcado, para ejercer de nuevo un matriarcado como ha sido en tiempos pasados. En este conjunto de cuentos, me parece, salva con mucha dignidad el uso de este personaje y hay una frase que lo dice con mucha claridad en el cuento de "No existen las brujas", en donde un par de hermanas asiste con una mujer para que le ayude a una de ellas a despojarla del feto que lleva en su interior, producto de la violación del padrastro: "Pude ser la curandera, o la mujer sabia, pero no, ellas decidieron que sería la bruja". Esta sencilla aseveración me parece, es luminosa para una buena parte de la literatura latinoamericana sobre este tema porque aclara, refleja y despoja del misticismo que suele rodear a las brujas que, en este libro, son impulsoras de una revelación para las mujeres en un feminismo que empodera. Entonces, en estos cuentos, hay brujas, mujeres sabias que ayudan a otras mujeres a encontrar su bestialismo, pero también a redimirse. Y hay fantasmas que han olvidado que lo son, actos mágicos, fetos enterrados bajo los árboles, persecuciones orquestadas por los hombres contra las mujeres, etcétera. Pero, a diferencia de otros cuentos que buscan señalar el acoso del hombre y el empoderamiento de la mujer, aquí no se siente la agenda. Y creo que por eso, es mucho más valioso este libro y para muestra "Coyotes", un hermoso relato de amor entre una madre y su hija, entre la naturaleza y la noche y sus hijas, las jóvenes y adultas, las mujeres que encuentran un espacio de paz. Dice Virginia Wolf que toda mujer necesita un cuarto propio, pero este cuento de Jazmín García Vázquez parece decirnos que Virginia se queda corta: busca otro espacio para estar encerrada en sí. No, dice Jazmín, en el fondo, toda mujer necesita un bosque propio para estar con sus hermanas y la noche.
106 p
editorial Reverberante
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