Sunday, September 14, 2025
Li, Nicos Cavadias
Saturday, September 13, 2025
Raíz que no desaparece, Alma Delia Murillo
Esta historia inicia el día que desmontan la palmera de Reforma, la mítica palmera de Reforma en la glorieta de Insurgentes y Río Rhin. En el acto, una mujer que busca a su hijo intenta hurgar en las raíces de la misma porque soñó a su hijo y en el sueño éste le indicaba que se encontraba debajo de un árbol con troncos y raíces negras. Este es el punto de partida para esta novela que indaga en los elementos inquietantes de la desaparición por violencia de personas en México, además de la relación simbiótica de nuestra naturaleza con la naturaleza de los árboles. La periodista se suma a un grupo de buscadoras en donde intima con Ada, la mujer de la glorieta, y con un joven empleado de la fiscalía. Lo interesante y más poético de este libro, es que la búsqueda inicia en los sueños: los sueños que tienen las madres y padres de familia de personas desaparecidas y en dónde éstos les indican que se encuentra su última morada. Un libro ligero, construido con sueños, cartas, biografías reales de personas desaparecidas y una periodista que a pesar de transitar por una separación amorosa, se enlaza también a ayudar a encontrar el cuerpo, al menos un cuerpo de los más de 125 mil que hay en nuestro país, con cifras aumentando.
242 páginas
Alfaguara
Wednesday, September 03, 2025
El hombre de barro, Adriana García Roel
Este libro es un clásico en la literatura del norte de México y, específicamente, del noreste. Adriana García Roel era una autora muy joven cuando obtuvo un premio por esta novela que está emparentada mucho con un estilo de novela de ese tiempo que hacía el retrato de las sociedades campesinas o en las periferias de las ciudades, y lo hacía con el retrato -literario- del lenguaje de esas comunidades. Aunque la novela, entonces sí toca cierto costumbrismo, logra salir airosa del solo retrato de la vida campesina y me parece que es algo más allá. La historia inicia con un zoom: el narrador, un hombre del que no sabemos mucho, pero funge como un testigo bienhechor, ya que ayuda a la comunidad a la que se acerca, nos dice que, cerca del río que llega al pueblo, pero más arriba, en la sierra, hay un puñado de jacales en donde vive un grupo de personas a las que él va a conocer. Así, jacal por jacal, nos presente a sus habitantes, sus cuitas, sus dolores, sus amores, sus esperanzas y también sus tristezas. La novela avanza pues, como un conjunto de relatos de diversas personas, la chica que usa crema de víbora para curarse unos granos, los jóvenes enamorados que se envían cartas, el dueño de la tienda de la localidad, que lo mismo venden artefactos prácticos para la vida en el campo como amuletos, aceites y "güesos de gigantes" para curar empachos y cólicos. Cada historia nos acerca a cierto tipo de miseria, debo decir que el capítulo que más me gustó y más me hizo reaccionar fue el del pequeño niño con hidrocefalia que muere pronto y la manera como se retrata el funeral y el dolor son muy buenos. También la primera historia, la del parto de Nativas, y las del grupo de burreros que llegan a la localidad me agradaron tanto como la narración del río manso que se vuelve venida de agua tras una tormenta y acaba con todo. Hasta aparecen las "cocas guisadas", ¡gran receta! Y lo mejor de la obra es que el lenguaje salta entre la captura del argot campesino con largas y bellas descripciones sobre la sierra, sobre el río, el silencio y la noche en la montaña. Me recordó mucho a Rulfo, sobre todo el del Llano en llamas, porque si en aquel hay venidas de ríos, acá también, si allá hay líos de faldas, en este también, si en aquel hay santos herejes, lo mismo ocurre en El hombre de barro, cuya idea final es esa: que solo somos barro dentro del barro, barro cubierto del barro final de nuestra tumba.
304 p.
Fondo Editorial Nuevo León
Universidad Autónoma de Nuevo León
Sunday, August 31, 2025
La noche y el día de Ayami, Bae Suah
Compré este libro hace relativamente poco tiempo y, como me volví a enganchar con la lectura, me di tiempo de leerlo el día de ayer. Además es corto, así que no representó mucho tiempo. Está traducido por Ana Barragán. Ahora dicho esto, no lo entendí. O el libro no era para mí. O me pareció un libro algo tramposo. Como cuando no se tiene algo que contar, pero se introducen perspectivas y elementos de relleno, auxiliares que den páginas. La idea es interesante: una mujer atiende un teatro para ciegos, es decir, donde sólo se reproducen sonidos y se lee, actoralmente, un libro. Sin embargo, la novela nos sitúa justo en el último día que este auditorio estará abierto porque la "fundación" de la que no se dice más, supongo que ha de ser alguna entidad coreana -sí, el libro ocurre en Seúl-, decide dejar de subvencionarlo para en su lugar poner ahora una galería de arte que, misteriosamente, funciona también de la noche a la mañana. Ayami, que después sabremos que también tiene el nombre de Yeoni, fue una una niña huérfana, que vive con una anciana que recibe unas pastillas azules que le entrega un hombre, Buhda, que incluye un capítulo de su vida en la novela, en fin. Hay repeticiones de personajes, de ciertas imágenes como vestidos de algodón demasiado almidonados, fotos, etcétera. La novela busca encontrar un tono, un atmósfera que sí logran novelas contenidas como las de Yoko Ogawa, en donde hay una fragilidad que permea las acciones de los personajes, pero me parece que aquí no lo logra. Bae Suah es un escritor célebre el Corea, y además, este libro lleva ya cinco ediciones, pero no pude conectar con él. Al final, el día y la noche de Ayami se volvió caótico para mí, no logré entrar en su propuesta y, como me dijeron hace tiempo, no todo termina bien ni tienes que estar en paz con todo lo que te sucede. Así que, bueno, si he de rescatar algo, es la idea de un teatro para ciegos. Esa idea me encantó. Creo que es un gran punto de partida para una novela que no sea ésta.
122 p
Shiro Libros
Wednesday, August 27, 2025
La noche de las reinas, Vicente Alfonso
Saturday, August 23, 2025
La caja de colores, Arturo Cantú
Qué hermoso libro es La caja de colores de Arturo Cantú. Cantú fue uno de los pioneros de la literatura regiomontana a mediados del siglo XX y algunos años posteriores hasta que finalmente migró a la Ciudad de México para ocupar distintos puestos de la burocracia federal. En este breve pero luminoso libro, que podríamos emparentar con Las manos de mamá de Nellie Campobello, Cantú hace un retrato fragmentando -no sé si podría ser de otra forma un retrato sobre la madre- de la suya. Y nos la presenta a partir de su próxima muerte, que ya ella y él presienten. Pero, lo que hace Arturo Cantú, en estas memorias, es que nos lleva no a la muerte, sino al momento en el que su madre le reveló que un día ella y todos, habríamos de morir. Cantú retrata con calidez esa mirada infantil, del niño que cree que existe la inmortalidad hasta que es justo su madre quien le aclara que no, que todos habremos de morir. Entonces, él vuelve el rostro para ver a esa mujer que ama, esa gran mujer con su vestido verde, sus lazos, su fuerza, que lo lleva entre las calles del centro y no puede creer que esa mujer morirá. El resto de la obra gira alrededor de la infancia, de las visitas a la madrina, del estar en el mundo entre juegos y aventuras. Es un libro pequeño, no pasará de las 90 páginas, pero es un libro hermoso. Y refuerza, claro, toda esta teoría del amor maternal, todas estas reescrituras de la muerte como memoria. El título del libro justo tiene que ver con esto que les relato. La edición tiene además muchas imágenes de Gerardo Cantú, pero me distrajeron, la verdad, porque va con esa idea de que hay que ilustrar los libros, pero éste acepta dos cosas nada más: cero ilustraciones o bien, ilustraciones que sí vayan acorde con lo se escribe. Como sea no hace mella en lo sustancial: un libro poderoso, sensible, como pocos hay en la literatura mexicana contemporánea.
80 pag.
Universidad Autónoma de Nuevo León