Wednesday, January 29, 2025

Muerte caracol, Ivonne Reyes Chiquete

No sé qué tanto se ha escrito de Muerte caracol en el pasado, porque no pienso hacer una búsqueda al respecto. Me solicitaron un texto largo sobre la novela, pero no sé si lo logre escribir. Así que vengo aquí a apuntar algunas ideas no del todo conectadas, pero que sí está en la novela. Primero, debo decir que es una novela muy inteligente. Armada al detalle. Que huye del paradigma de la novela policiaca o noir. Es una novela que desafía ese patrón y usa sus vicios para burlarse, pero también para honrarla. Me explico. Un asesino en serie, Jefrey, escucha voces que lo obligan a matar y que lo llevan a tener como sello de identidad a un caracol que siempre deja en los cuerpos de sus víctimas. El hombre, al más puro estilo de los asesinos literarios-cinematográficos, se implanta en tu cerebro como una copia del asesino serial de El silencio de los inocentes. Pero esa historia que leemos no es la novela, sino la de un hombre que la lee, un guardia o empleado médico de un hospital público. Este hombre es un lector de estas obras y anota frases, se rebela contra el autor, mientras discurre en su aparente vida anodina. Sin embargo, la novela del asesino del caracol continúa y cada capítulo está narrado por una voz distinta, una exploración a todos los tipos de narradores que pueden contar una historia de este tipo. Al hacerlo, Ivonne se burla, pero también respeta el género. Incluso hace la alusión, con la ayuda del lector, de todas las falacias y lugares comunes de este tipo de obras, pero ejecuta a la perfección los lugares comunes del género. Mientras eso ocurre se nos muestra con más detalles el aspecto sentimental del lector quien sueña con ser un asesino e incluso intenta cometer uno sin éxito. De nuevo, re escribir el lugar común, pero hacerlo bien. La novela avanza son fluidez y reconocemos el paso del asesino, el símbolo del caracol y de la muerte hasta que, desde la tiranía lectora de quien lee encontramos los mecanismos y el corazón de la novela: matar no por maldad, sino por asco. Acaso la gran reveleción que nos lleva de la mano al final: Quien lee sobre asesinatos, al no poderlos hacer, los ejecuta en la ficción. Es una estrategia interesante: la novela al fin no ha sido sobre un asesino sino sobre un escritor: alguien que da vida para después quitarla. Me recordó a otra novela, una de Patricia Higsmith, Crímenes imaginarios, donde un escritor de guiones de cine decide "matar" a su mujer quien en realidad ha salido de viaje, pero los vecinos lo ignoran y eso conduce a un final descabellado. Ivonne no hace lo mismo, pero sí pasa por las capillas del horror con soltura, imaginación y diría acaso, sarcasmo.

Sunday, January 26, 2025

El desencanto de las sombras, Eva Leticia de Sánchez

Por muchos años este libro deambuló por la casa de un librero a otro, salvado de las restas de fin de año de ejemplares que se amontonaban y cuyo interés decaía con los meses y el paso del tiempo. Siempre estuvo ahí, porque me dijeron que era una gran novela. (Y lo es). Incluso me invitaban a que la publicara de nuevo. Pero la verdad, es que no la había podido leer, pero como tenía y tengo fe en quien me la recomendó siempre, aunque la hacía a un lado, la mantenía cerca para un día, quien sabe cómo y con qué pretexto, al fin leerla. Así que ahora que me mudé, me dije que era el momento de llevar el libro y conmigo y leerlo. Pocas veces he estado tan asertivo en mantener un libro en mi acervo.
El desencanto de las sombras es una clásica novela breve contada en primera persona que narra, como bien lo dicen las reseñas de venta en Amazon y google book y alguna que otra librería, el paso de Ana, joven pueblerina, venida a la ciudad para estudiar, y quien se ve enrolada en las juventudes sectarias de las organizaciones clandestinas en México. Y lo hace con una sólida voz narrativa, juguetona, sarcástica, entrañable, que nos presenta el momento en el que la chica tiene su primera relación sexual a instancia de sus compañeros de célula quienes la han presionado para que al fin deje la mojigatería de la virginidad.
Este punto de apertura le sirve a Eva Leticia para hacer una narración que nos presenta a la joven e indecisa e ingenua Ana, quien adopta el nombre de Lucía dentro de la organización, desde su inocente interés revolucionario hasta el desencanto que la humaniza, que la vuelve ante los lectores rotundamente cierta. 
La novela me recuerda mucho el desencanto, la trama y el tono de El principio del placer de José Emilio Pacheco. Sí, esta novela tiene esa altura. El humor negro, las complejas relaciones humanas entre los integrantes de las células, la despiadada crítica a las vidas de tantos jóvenes revoltosos y revolucionarios que incendiaron y quemaron sus vidas por nada, que tiene en un breve monólogo de El Callado, uno de los personajes secundarios de la obra, pero detonante del destino final de Lucía, como mejor exponente, vuelven a esta obra una que debería ser considerada como clásica en nuestras letras y tener tantas reediciones como veo que no las ha tenido.
¿Por qué ocurre esto? No lo sé, pero la literatura mexicana sigue siendo tribal e injusta. Sigo no perdonando a las autoras y autores que inician tarde su recorrido por las letras mexicanas. Además, la primera edición salió directamente a una colección de bolsillo de Ediciones B, antes de ser comprada por Penguin Random House. ¿Por qué de bolsillo? Tal vez porque la autora no era ni es tan conocida, pero alguien supo que esta novela debía publicarse.
En fin. Sólo tengo una queja menor, pero no menor. El final. Será porque acabo de leer El jilguero y estoy sensible a los finales. Me parece que la novela o la autora al final se enamora de su personaje y, aunque la hace pasar por escenas en verdad miserables, al final se apiada de ella y le configura un final, si bien duro, con cierta luz al final. Creo que la novela no necesitaba esas páginas extra. Estaba bien, Ana ya había aprendido, ya sabía al fin en dónde estaba y quién era. Pero en fin, quejas de quien lee, pero que llega hasta las últimas palabras de la novela, que como dijo alguna vez Gabriel García Márquez, es lo único que se le puede pedir a un autor. Así que el trabajo estuvo bien hecho.

Saturday, January 25, 2025

Vals para lobos y oveja, Ernesto Lumbreras

Siempre me han fascinado las novelas que reconstruyen épocas pasadas, como esas telenovelas de época. Y cuando lo hacen sin el interés de reconstruirla, es decir, que pasan por ellas solo como el escenario por donde discurren los personajes, el verdadero motivo para contar la historia, pues es mucho mejor. Eso y más puedo decir de la estupenda Vals para lobos y oveja de Ernesto Lumbreras, una novela que nos lleva por los años complejos y furiosos del siglo XIX, en el delta del Mississippi, el viejo oeste y el mundo gambusino, los apaches, la caza de los mismos, la nostalgia por la invasión norteamericana y el fanatismo religioso en México tras la guerra contra el II imperio de Maximiliano. El joven Sthepens sale de Inglaterra junto con su madre para probar suerte en Estados Unidos tras quedar desamparados por la muerte del esposo y padre en el mar. El viaje convierte a la novela en una mezcla de novela de iniciación y de road novel. Es una novela entrecortada, contada en fragmentos, con una clara voz literaria que, en primera persona, nos relata el viaje del joven, su enfermedad en el barco, su violencia juvenil, su amor por los libros y las marionetas, su vida como gambusino y finalmente, su muerte a manos de una turba religiosa azuzada por el párroco de Ahualulco, Jalisco. Las cosas que más me gustaron ya las he medio dicho, pero debo agregar como el gran personaje de esta novela a la prosa poética, sintética, a los remates finales de los capítulos que capturan con belleza la naturaleza humana y el paisaje. Es una gran obra. Si tuviera qué elegir cinco cosas que disfruté mucho fueron: los monólogos y el arte de trabajar con marionetas, la descripción de las cañadas y la vida gambusina, la escena cruel, delirante y amarga de una venganza que ocurre casi al final de la historia, el lenguaje y claro, el viaje por el Mississipi. 

El jilguero, Donna Tartt

Una de las primeras cosas que debo decir de este libro es que nunca había leído algo que tuviera más de mil páginas y que leer al menos las primeras 700 fueron una delicia. Las restantes 300, me parece, aceleran un final que también pudo ser antes. Alguien me dijo alguna vez que una novela de 500 páginas tenía detrás de sí a un autor que no había tomado decisiones difíciles, que no se puede contar todo. Por supuesto, cuando se escribe, todo el tiempo se están tomado decisiones, no se puede narrar el mundo, sino tan solo una selección. Y la decisión de cuánto prolongar ese mundo no siempre es la más inteligente.
En cuanto a El jilguero, de Donna Tartt, debo decir que disfruté mucho la lectura de la obra. 
La historia se puede resumir de esta manera: el joven Theo Decker hace una maldad en su escuela junto con su compañero Tom Cable y debe ir con su madre a recibir el regaño. Pero ese día de la cita les queda una hora libre y deciden pasarlo en el MET, específicamente en una exposición temporal de los maestros holandeses del siglo XVIII. Mientras su madre va a la tienda para comprar el regalo para su jefa, quien cumple años ese mismo día, Theo se queda en un ala del museo donde se exhibe el cuadro de El jilguero de Mauritius Frabbritius; un cuadro pequeño de un ave atada a un pedestal. Junto con él, hay un anciano y una chica pelirroja, que Theo ha seguido durante su visita al museo puesto que van casi a la par por las mismas salas. La visita se ve interrumpida por un ataque terrorista que destruye el museo y a la que Theo, el anciano y la chica sobreviven, pero heridos los últimos dos. En un breve intercambio entre el viejo Welty y Theo, éste le entrega un anillo y le da una dirección a donde llevarlo, pero al mismo tiempo le dice que se lleve el cuadro. Theo logra salir por una puerta trasera hacia Central Park y llega a casa mientras espera que su madre, quien no ha sobrevivido, vuelva con él.
Esto que acabo de resumir son, acaso, las primeras doscientas páginas de la novela y créanme que no les he arruinado la lectura: todas estas primeras páginas son hermosas, llenas de erudición, de profundización en los personajes, de paisajes internos y externos narrados con pulcritud, amor y belleza. Creo que todo el período adolescente de Theo Decker es tratado con maestría y termina pasadas tres cuartas partes de la novela. Después el adulto Decker no resulta tan atractivo, en parte porque la misma novela recuerda que debe ser terminada y se notan las tuercas, las concesiones del lector para volver verosímiles cosas que no lo son tanto y llegar, al final, a una hermosa revelación sobre la relación de nosotros con el arte.
Sí, El jilguero es una hermosa novela cuando recuerda que solo se trata de novelar la vida. Con qué delicia narra cuestiones innecesarias, con que habilidad captura la vida y el arte, y el dolor y la emoción. La misma ciudad de Nueva York se engrandece en las páginas de la novela como un personaje más, así como el famoso MET. Léanla. A mí me gustaron, además, las reflexiones sobre el arte, sobre la reparación de antiguedades, la dicha alcohólica y drogadicta de Theo y su amigo Boris, la hermosa reflexión sobre la madre y el ímpetu lúdico y salvaje del padre. En suma, una gran novela, que luego se acelera a terminar con finales felices :(